La palabra crisis asusta a la gente, pero la verdad es que la crisis no tiene por qué ser algo negativo, la crisis en sí tiene un gran potencial transformador.
La crisis es la posibilidad de contacto con nuestra esencia, un contacto con el cuerpo y el alma. En realidad, es una emergencia que nos ayuda a entender las crisis evolutivas.
No es casualidad que en momentos de grandes crisis se hayan producido magníficos descubrimientos, casualidades o como queramos llamarlo.
Es en las crisis que las personas se enfrentan a lo esencial. Con lo que realmente importa.
El poder de transformación de las crisis es precisamente la oportunidad de cambiar el curso, y volver al núcleo, a lo que somos, olvidando las interferencias que surgen.
La crisis tiene dos polaridades: peligro y oportunidad. Si permanecemos en peligro la situación nos asusta, nos persigue, podemos colapsar, pegados al momento negativo.
La oportunidad surge cuando le damos un sentido a la crisis, porque a veces hay una revelación, pero no es consistente. E incluso cuando tiene sentido tiene que haber consistencia.
Pero puede ser una gran oportunidad para cambiar a mejor. Tenemos una historia llena de crisis de las que han surgido grandes logros.